La verdad también se inventa

No puedo evitar temer que los hombres
lleguen a un punto en el que cada teoría
les parezca un peligro, cada innovación
un laborioso problema, cada avance social
un primer paso hacia una revolución,
y que se nieguen completamente a moverse.

Alexis De Tocqueville

 

 

En el año previo a la elección, en México nos encontramos con un panorama delicado. Después de comprobar que por si sola la alternancia partidista no trajo consigo una regulación en la manera en la que se ejerce el poder en el país. Después de una elección presidencial en 2006 en la que buena parte del electorado puso en duda la legitimidad de los resultados, en un momento en el que nuestros diputados (de todos los partidos) han sido incapaces de nombrar consejeros para el IFE, con un clima de violencia en muchas zonas del país, con una recesión económica eternamente en puerta, con dos secretarios de gobernación muertos de manera similar en el sexenio, los mexicanos debemos decidirnos a caminar a las urnas el próximo año.

 

En este momento ¿podemos hablar de libertad? ¿libertad de expresión, libertad de elección, libertad de tránsito?

¿libertad de elegir una carrera estudiarla y ejercerla?

La libertad es la palabra de nuestro tiempo, la libertad de la mano de la democracia y la democracia es el juego de la representación; en este sistema político hemos nacido y nos hemos desarrollado, bajo el lema de un mundo mejor, de oportunidades para todos, de “conmigo sí se acaba la pobreza”, solidaridad, de educación y salud.

¿A quiénes representa esta democracia realmente? ¿Qué ciudadanos ven representados sus intereses, sus necesidades? Pero más importante aun: ¿Cuántos se sienten representados?

 

Este año hemos sido testigos de una serie de protestas públicas alrededor del mundo: la denominada primavera árabe, los estudiantes en Chile, el 15M en España, la toma de calles en Londres, los inconformes en Grecia, los parados en Wall Street, los jóvenes en Israel, etc. Estos movimientos aparentemente no comparten causas y muchos de ellos no están acompañados de ideologías, ni se dan en contextos ni en

 

circunstancias parecidas, pero todos comparten una crisis de representatividad: estos ciudadanos no se sienten representados por quienes, en teoría debieran representarlos.

Esta crisis de representatividad no puede pasar desapercibida para los que trabajamos en el teatro que, queramos o no, estamos en una permanente negociación con la representación.

¿A quién o qué representamos nosotros? ¿Cómo afecta esta crisis lo qué hacemos en el teatro? ¿Qué ponemos sobre el escenario a finales del 2011?

 

 

Durante el próximo mes, Lagartijas tiradas al sol, haremos una residencia en el teatro Casa de la Paz de la Universidad Autónoma Metropolitana. Dentro de este marco presentaremos la obra Asalto al Agua Transparente y El Rumor del Incendio. Asalto al Agua Transparente se estrenó en el 2006 en la hoy extinta “Madriguera” que dirigió durante varios años Alberto Villarreal. Fue nuestra primera aproximación a “lo real” desde la escena. Nuestra inquietud en ese momento era, por un lado hablar de la Ciudad de México y de cómo esta urbanización ha convivido con el agua desde la fundación de Tenochtitlán en 1325. Queríamos hablar sobre una realidad concreta que fuera reconocible y analizable para el espectador, a la vez que comenzamos a mezclar nuestras vidas con la de los personajes. Guiños que han ido haciéndose más claros conforme hemos presentado la obra.

La obra que presentamos hoy no es la misma de hace 5 años, la hemos presentado ininterrumpidamente desde su estreno: en la Ciudad de México, al interior de la República y en el extranjero. Durante estos años hemos cambiado escenas, textos, la escenografía, incluimos video y muchas otras variantes. Pero en esencia, si es que eso existe, la obra es la misma.

 

Por otra parte El Rumor del Incendio es un proyecto que estrenamos a finales del 2010 en la UNAM. Aquí teníamos ya bastante asumidas nuestras ideas sobre “el documento”, la coincidencia entre los personajes y los actores que los representamos además de la necesidad de seguir desarrollando esta línea de investigación escénica, histórica, política, personal. El Rumor del Incendio no sólo es parte de un proyecto complejo que incluye un libro y un blog, sino que la puesta en escena y su conceptualización representa, para nosotros, un cambio decisivo en nuestra forma de presentar un trabajo artístico.

 

Asalto al Agua Transparente y El Rumor del Incendio

comparten procedimientos creativos: la investigación de un

 

tema como condición de inicio para la futura puesta en escena y la mezcla de una fábula que nos permite guiar y conectar al espectador dentro de la historia que estamos contando.

 

¿Qué significa presentar las dos obras en un mismo marco?

 

El eterno presente al que está condenado el teatro hace que nuestra inquietud pasada sea presente, que tengamos la necesidad de actualizarla.

Nos interesa la posibilidad de generar reflexión a partir de la coexistencia de dos trabajos que coinciden en una búsqueda específica y rastrear un desarrollo.

Las cosas que nos interesan hoy son las mismas que hace 6 años, pero quizá ahora nos importan por razones distintas. Nos interesa hablar de “lo real” en la medida en que podemos crear relatos a partir de eso. La verosimilitud es un asunto técnico, es la manera de mostrar los materiales que producen en el espectador la persuasión para aceptar algo.

A la vez abordar “lo real” conlleva un riesgo, porque se puede llegar a pensar que el tema legitima la pieza y no es así, una obra es ante todo una construcción, una organización de materiales y puntos de vista y eso hace que el aparato crítico al que debe someterse trasciende al tema mismo.

Lo que hacemos en todo caso navega entre la crónica y la novela. Tomamos, como ya hizo el “nuevo periodismo”, elementos de la ficción y los trasladamos a la no ficción, pero buscamos presentarlos en un contexto tradicionalmente usado para hablar de ficción: el teatro.

Balzac dijo que la novela es la historia privada de las naciones.

Nos interesaría que nuestro teatro contribuyera a crear una historia pública distinta.

La posibilidad de generar diversas narrativas que no se adhieran a la tradicional generada por el PRI, ni se sitúen en oposición directa a ésta, sino que jueguen desde otro terreno: otro juego con otras reglas.

Consideramos la posibilidad de reconstruir el pasado, relatar esa historia a nuestra manera y a partir de ahí configurar nuestro futuro.